Declaración del Festival
por la Paz en Colombia
- Memorias y Justicia Social
La suerte está echada. El Acuerdo
es, al parecer, imparable: aquel relato de esperanzas y posibilidades de
reconciliación que nos ofrecen los pactos de La Habana nos dibujan una
perspectiva radicalmente distinta a esta historia de batallas y muertos. Pero
también nos interpelan porque exige de cada uno de nosotros un gran compromiso
político y ético frente a las exigencias del presente y del futuro. La paz es
una esperanza común pero también un trabajo de todas y todos.
Sin embargo, la suerte nunca llega sola: la suerte se busca, se trabaja,
se prepara. Los acuerdos de La Habana no son un punto cero sino que vienen
cargados de historia. Y una parte muy importante de esa historia son los
fracasos de tentativas anteriores. La más estrepitosa: aquella esperanza que hace
treinta años comenzó con lo que sería el exterminio de toda una fuerza política, la Unión Patriótica.
Precisamente, la fuerza llamada a absorber y transformar la lucha insurgente en
una lucha pacífica. Y como en las cantinas de mala muerte, siempre será más
fácil armar una pelea para no pagar la cuenta: terminamos endosándole a un futuro
sangriento, nuestro presente, la construcción de un Proceso que no da más espera.
El asesinato del joven Klaus Zapata, líder comunitario, estudiante
universitario y militante de la Juventud Comunista
Colombiana (JUCO) y la Unión Patriótica, así como
de William Castillo, líder campesino del Bagre, Antioquia; Maricela Tombe, lideresa campesina del Tambo,
Cauca y de Alexander Oime, gobernador indígena del Cauca, es un mensaje
tenebroso para el futuro del acuerdo. No hay proceso de reconciliación posible
si las fuerzas sociales y democráticas siguen siendo
pasadas por el frío del plomo clandestino. Y como la paz es una esperanza y un
trabajo de todos y todas, le corresponde al Estado responder por sus
obligaciones: EXIGIMOS claridad total, justicia
frente al asesinato del joven Klaus Zapata, al igual que frente a los
asesinatos de estos tres líderes y lideresa y frente a la larga lista de líderes
sociales asesinados en los últimos años.
El Festival por la Paz de Colombia - Memorias
y Justicia social, considera que este es el paso más importante hacia una
verdadera reconciliación: la sangre de activistas desarmados podría dar al
traste con este proceso de paz, así como ocurrió hace treinta años. No se trata de una fórmula
misteriosa: EXIGIMOS que las bien conocidas alianzas conspirativas entre
grandes poderes nacionales y locales, corrupción, mafias y Fuerzas Armadas sean
destruidas de raíz. Hacemos un llamado para que la comunidad internacional y la
sociedad colombiana rechacen férreamente estos asesinatos repudiables y exija
al unísono al Estado colombiano el esclarecimiento de estos hechos que deben
enlutar hoy a todo el país. La impunidad no puede seguir siendo el punto final
de la historia de nuestras y nuestros compatriotas asesinados por soñar con una
Colombia en paz, incluyente y con justicia social.
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